viernes, 2 de septiembre de 2011

Poesía de Ultramar


Como un barco que al zarpar arranca el puerto, como un avión que borra el punto de destino (cuestiones éstas que no pueden ser resueltas por el afecto), Alberto Hedman, irradia sonidos e imágenes desde una habitación vacía no localizable. Estos círculos de  fuego o niebla alrededor del azar de los sentidos, no buscan aprisionar la atención del lector, sino más bien liberarla de una cierta obsesión por la repetición y la copia”
(contratapa del libro Ultramar, de Alberto Hedman, publicado en Suecia en 1985)

Alberto Hugo Hedman nación en 1950, en Oberá, provincia de Misiones, Argentina. A los 17años, comenzó a escribir y sus poemas fueron publicados en diversas revistas locales. Su formación autodidacta se enriqueció con experiencias teatrales y en el periodismo.
Los conflictos sociales que sacudieron a toda America Latina desde la segunda mitad de la década del 60 lo envolvieron activamente. La urgencia de la militancia determinó el abandono de sus tareas literarias.
Un par de libros inéditos se perdieron en esas circunstancias, y lo llevaron en 1977, luego de dos años en Buenos Aires a refugiarse en Brasil. Ese mismo año se exilia en Europa, primero en Alemania, luego en Finlandia, para finalmente radicarse en Suecia.
Aquí  ha retomado la poesía, de lo que es muestra este libro que recoge y muestra las huellas de todo ese largo itinerario de tiempos y espacios dispares, vividos con toda intensidad.

(*) Solapa del libro Apuntes para la reconstrucción del silencio, publicado en 1983, en Estocolmo (Suecia) por la editorial Nordan, una comunidad editorial conformada por suecos y latinoamericanos.


Contradicción

La contrariedad de haber nacido
sin haber manifestado previamente ninguna vocación especial
para la vida,
es que se sigue viviendo por inercia.
Y como no se tiene el privilegio de nacer todos los días,
Hay que aceptar los hechos consumados
adaptarse a los imperativos del programa
Entregar primero la infancia,
luego los atributos de de una madurez duramente conquistada
para, finalmente, cuando uno ya se había acostumbrado
a una vejez tranquila
tener que morirse obligatoriamente
sin haber manifestado con anterioridad
ninguna vocación especial para la muerte



HEDMAN INEDITO
Regreso a las fuentes

El regreso a las fuentes pasa por un camino de hormigas

al borde de una gran extensión de arena blanca.

Es preciso navegar, no necesariamente tener sueños proféticos y aterrizajes de emergencia, absolutamente no es imprescindible el aroma del paisaje del mar, ni la orfebrería de un deseo minucioso.

Es favorable el otoño, entre otras cosas, y puede ser de ayuda una mirada atenta a las formas inmóviles de las hojas caídas en el patio.

No hace falta el ardid del tiempo detenido.

Al regresar a las fuentes, los árboles echan raíces en los pensamientos, el agua se escurre invariablemente entre los dedos y se pierde en los recodos del camino.

La perfección de la sed confunde

los puntos de partida  y de llegada.




No hay comentarios:

Publicar un comentario